Información y comunicación en periodo electoral.

La comunicación y la información en esta campaña electoral de Madrid está teniendo varias lecturas.

No calan los discursos radicales, partidos que están desconectados del sentir del ciudadano, que plantean problemas que no están asociados a las necesidades cotidianas de los individuos. Información de poca calidad e información contaminada por los intereses partidistas, lo que implica falta de sentido crítico. Sí hay mensajes que sí calan en la opinión pública, hay un sentido crítico hacia las medidas imposibles que, en contrapartida, tienen una alta aceptación en medidas que sí que son percibidas de valor y que pueden ayudar a la realización personal y profesional de la sociedad. La calidad de la información global, tanto por políticos como por los electores, es de mala calidad, sesgada según intereses. Es en este estadio donde surge el problema.

No hay contraste por parte del electorado de la información, y aceptan el sesgo como verdad absoluta y algo que defender ante el contrario. Enlaza con esto la clara falta de cultura democrática: la percepción del otro como “bando” y no como persona con ideas diferentes. En estos días, hemos asistido a una manipulación de datos estadísticos en los debates. De uno y otro político. Datos como arma arrojadiza con interpretaciones falsas, sesgadas o directamente inventadas. El discurso radical, la controversia por la controversia no cala en la opinión pública. La Persona, como en cualquier opción de compra, siempre opta por confianza y seguridad fruto de una sociedad madura. Debatir no es estar en un mitin político, es el contraste y crítica de ideas, no de oponentes.

Es proponer soluciones realistas a los problemas reales (valga la redundancia) de los ciudadanos. No perder de vista que la clase política está ahí en pos de procurar el bien, la estabilidad y el desarrollo de la población a la que SIRVE. Escuchar activamente se convierte en una tarea esencial. Las diferencias entre las propuestas y la realidad y la viabilidad de éstas no tendrán calado en la opinión pública si no aportan valor, no solucionan problemas o son imposibles de realizar.

“Al que no sabe a qué puerto se dirige, ningún viento le será favorable”, decía Séneca.

 

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