“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”
Antonio Machado.
El debate acerca de “la verdad” se remonta a los albores de la reflexión filosófica. Como todo pensamiento antiguo, sus ecos resuenan en nuestros días pues no hemos evolucionado, sólo perfeccionado los métodos tanto para descubrir la verdad como para ocultarla.
En el mundo de la comunicación, la veracidad adquiere una gran relevancia, porque es uno de los principales pilares sobre los que se sustenta nuestro prestigio. Si no somos coherentes con lo que decimos, si hacemos una cosa y decimos otra, nuestra credibilidad se resiente. Y esto pasa factura, provocando auténticas crisis de confianza en lo profesional y personal.
La verdad es un elemento esencial y fundamental en la información y la comunicación. Sin la verdad no hay información, y sin información no hay comunicación. Utilizar la ética empresarial nos permite ser mejores profesionales, decir la verdad (aunque conlleve consecuencias) siempre será preferible a cualquier mentira u ocultación.
Decir lo que se hace y hacer lo que se dice es nuestra principal fortaleza, lo que nos diferenciará de otras compañías, lo que nos traerá la confianza del cliente. Ser confiables, en definitiva, es lo que marca la diferencia entre unas empresas y otras.
Uno de los valores mejor percibidos por la sociedad es la confianza fundamentada en el rigor profesional y en la calidad de la información, es por esto, por lo que los responsables de la información y comunicación estamos obligados a cuidar mucho la calidad de nuestro trabajo.